La Evolución enseña que a medida que
las especies evolucionan alcanzan niveles ideales de población. A medida que
las especies avanzan, especies superiores eliminan a las especies inferiores --
"la
supervivencia del más apto." Miembros de una especie débil e inferior
deben ser eliminados para la preservación de linajes superiores y para la
conservación de los recursos esenciales. La "Naturaleza" no desea
"el apareamiento de individuos débiles con los fuertes. Menos aún desea la
mezcla de una raza superior con una inferior, ya que si lo hiciera, todo su
trabajo de crianza superior, tal vez a través de miles de años, podría
arruinarse de un sólo golpe." [1] "De esta manera, de la guerra de la
naturaleza, de hambrunas y muerte, resulta seguidamente el objeto más exaltado
que somos capaces de concebir, concretamente, la producción de animales
superiores." [2] Y como los humanos son
simplemente una especie animal, no tenemos valor intrínseco y no
estamos por lo tanto, de ninguna manera exentos de la "guerra de la
naturaleza."
Por esto, encontramos a Adolf Hitler
(1889-1945) haciendo la pregunta retórica: ¿"No debería tener también yo el
derecho de eliminar a millones de una raza inferior que se multiplica como las
alimañas?" [3]
Hitler, por supuesto, es recordado
por matar a más de 6.000.000 de seres humanos, individuos que él consideró
miembros inferiores de las especies. ¿Estaba equivocado Hitler? ¿Malinterpretó
y tergiversó la teoría que afirmó apreciar tanto? Aparentemente no. El
renombrado evolucionista, antropólogo y anatomista británico, Sir Arthur Keith
(1866-1955), que fue nombrado caballero en 1921, salió a la defensa de Hitler:
"Hitler
es un evolucionista inflexible, y debemos buscar una explicación evolucionista
si hemos de ser capaces de entender sus acciones" [4] Keith nos asegura:
"El Führer alemán, como lo he mantenido consistentemente, es un
evolucionista; él se ha esforzado deliberadamente en ajustar la práctica
alemana a la Teoría de la Evolución." [5]
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